sábado, 25 de abril de 2015

De la oficina al tatuaje.

A lo largo de mi etapa laboral, he tenido diversos empleos, en realidad no han tenido nada que ver con mi carrera de comunicación, he trabajado en un despacho de abogados hasta fui vendedora de ropa en una tienda de playa.

En realidad he aprendido a realizar diversas cosas, muchas más que lo que me enseñó la universidad, desde lidiar con jefes neuróticos, con jefes que sólo tenían el título pero no sabían a ciencia cierta hacer las cosas y a lidiar con egos enormes.



Hubo un empleo que fue el más importante, ahí me di cuenta de que todos esos años de sentirme inútil fueron un error, desafortunadamente el tiempo de esa empresa no fue mucho y de ahí brinqué a un trabajo inmensamente estresante, pero la plata era buena, aunque no me sentía yo.

Aún así me enseñó mucho, me hizo conocer lugares que jamás me hubiese pasado por la mente conocer, me hizo conocer mucha gente linda y mucha gente bastante cruel, algunos leales y otros bastante doble cara, hasta que un día, en una cama de hospital a causa de un problema por estrés, decidí que aún con todo lo que ganaba, no era feliz, no era yo y definitivamente ese no era el lugar para mi.



Ahora la vida me trajo a una tienda de tatuajes, en la que día a día veo historias distintas, algunas divertidas y otras bastante trágicas.

Recuerdo cuando tenía unos 14 años, alguna vez le dije a mi mamá bien decidida "un día quiero tener una tienda de tatuajes y quiero tener muchos, muchos tatuajes", a lo que mi mamá me respondió secamente "¿estás loca?, eso es para "carceleros", no para una chica de casa"...yo, sin mucho entenderla, me guardé la idea.



A mis 24 años decidí hacerme mi primer tatuaje, así conocí a quien es mi pareja el día de hoy, él es tatuador (pero esa es otra historia), el caso es que después de muchas cosas, ahora tenemos una tienda en forma, con el espacio preciso y el mobiliario justo.

En realidad, desde que estoy emparejada con mi tatuador, siempre había trabajado y jamás me había tocado vivir desde adentro lo que es el proceso de un tatuaje.

Es un proceso tan íntimo y tan minucioso que en muchísimas ocasiones, los clientes terminan siendo amigos y parte de esa familia que nunca queremos perder.

El simple hecho de decidir entrar a una tienda de tatuajes es un paso algo intimidante, la música muchas veces es rock pesado a niveles altos, por lo general todos tienen esa imagen "ruda" y para cualquier persona (más para las mujeres), entrar a ese espacio es algo que da "nerviecito".

Después viene la etapa de explicar a detalle tu idea, que muchas veces parece genial, pero técnicamente a veces resulta tan absurda como pedir un filete de pescado aderezado con azúcar glass, y es ahí cuando el hielo se rompe o definitivamente se vuelve como el iceberg que hundió el titanic, cuando esa etapa pasa, viene el lado escabroso, el costo...mucha gente no entiende que un buen tatuaje cuesta y un costo bajo no es confiable.



Después de ello, el cliente desnuda su piel, el tatuador toca el área, el cliente entra en una etapa de dolor, y realmente hay sangre (muy poquita), sudor (cuando están muy nerviosos o hace calor), y lágrimas (cuando de plano son quejinches), pero es un proceso en donde la música, el ambiente, el aroma, los dulces o chocolates, los refrescos y el apoyo moral cuenta mucho.

Hay de todo tipo de clientes, pero lo que me tiene feliz es saber que soy una figura menos intimidante que facilita que los clientes entren y pregunten, me hace feliz ser parte de ese momento tan íntimo y que al final se vayan con una buena experiencia, sobretodo, estar aquí me ha traído varios buenos amigos, muchas buenas experiencias y sobretodo, me hace sentir en paz.

No creo que el trabajo de los sueños exista, pero en este punto, me siento feliz, a veces el dinero no fluye como debiera, a veces las deudas aprietan el estómago y a veces hay sinsabores, pero, lo que me impresiona es que a pesar de no recibir un pago jugoso, de no tener una seguridad financiera constante, tengo un horario cómodo, convivo con gente diferente y variada y he aprendido mucho sobre la piel, sobre las técnicas y sobre la aceptación del ser humano.

Trabajar en un estudio de tatuajes te vuelve parte de muchas personas y te convierte en un recuerdo que dura por siempre, te convierte en un enigma para muchos y a veces desgraciadamente, también te vuelve un pirata en tierras convencionales.

Es una buena experiencia formar parte de esta sub-cultura plagada de estigmas y de tabúes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario